Tengo la ligera impresión de que cada vez, los aparatos tecnológicos duran menos. Para nosotros, parece ser que no supone un problema ya que nos podemos permitir el lujo de volver a comprarnos otro aparato y, que con suerte, incorporé alguna novedad respecto a anteriores modelos. Bien por nosotros que podemos, pero… ¿Y los residuos tecnológicos? ¿Os preguntasteis alguna vez a donde ha ido a parar nuestro anterior teléfono o frigorífico?
Cada año se genera, según datos oficiales de la ONU, 50 millones de toneladas de desechos electrónicos. El convenio de Basilea prohíbe la exportación de este tipo de desechos a terceros países. El truco utilizado es muy sencillo, se disfrazan estos desechos como donaciones o como aparatos de segunda mano, la realidad es que el 80% de los aparatos no pueden ser reutilizados. Así es como se forman los denominados cementerios tecnológicos situados en Asia, América Latina y África.
Lugares como Agbogbloshie (Accra, Ghana) se han convertido en un paraje desolado, plagado de hogueras, basura y enfermedades. «Este lugar es como el fin del mundo. Todo es tóxico y está contaminado: el suelo, la tierra, el aire y el agua.» Mike Anane repite una y otra vez esta consigna. Es un activista local que lleva más de siete años denunciando las consecuencias medioambientales y sanitarias que provoca la acumulación en el barrio de toneladas de basura electrónica (en inglés, e-waste).
Los niños, para ganarse la vida, se dedican a quemar cables para conseguir cobre y aluminio, de esta forma se provocan incendios descontrolados. Estos chiquillos, se pasan el día en contacto con sustancias altamente tóxicas como plomo, mercurio, cadmio, cromo, selenio, y otras como azufre y litio provenientes de las baterías y respirando humo tóxico; esta exposición provoca problemas en sistema nervioso y respiratorio, así como enfermedades cancerígenas.
Además, las napas subterráneas, que se ven afectadas por las sustancias que emanan las baterías abandonadas, impiden la posibilidad de que sean utilizadas como fuente de agua potable.
Se considera que reciclar un ordenador es demasiado costoso, 3,5 euros, sin embargo, enviarlo a Ghana cuesta 1,50 euros. Por lo que parece, estamos hablando de cifras asumibles, pero la realidad es que lo único que interesa es que el margen sea mayor sin importar a costa de quien.
Las posibles soluciones pasan por la responsabilidad de las compañías y de los Estados. El diseño de los productos podría realizarse utilizando productos menos contaminantes y Estados como Ghana o Pakistán deberían seguir los pasos de Brasil. El año pasado, Brasil devolvió a Gran Bretaña 920 toneladas de basura tóxica que habían entrado en el país bajo la etiqueta de material plástico para reciclaje. Los Estados están corruptos y los sobornos que reciben a cambio de hacer la vista gorda, tienen como perjudicados no solo a los ciudadanos sino a generaciones venideras, las cuales se encontrarán un panorama desolador, yermo y destrozado.
Hace unos años los niños jugaban a las orillas de rio Densu, los pescadores locales organizaban paseos en barco a través del rio, se podía pescar... Hoy, es el vertedero del mundo.
Alberto Aldao Aldao
Licenciado en ADE y MBA
3 comentarios:
Te recomiendo que veas el documental "Comprar, tirar, comprar", si aún no lo has hecho.
Si, lo he visto. Lo tenías en tu facebook. Me ha encantado, me parece increible todo lo que cuenta. Muchas gracias por entrar y comentar.
Gracias por la reflexión y los datos. Nunca me había parado a pensar dónde podía terminar toda esa basura urgente en que se convierten los desechos tecnológicos. Es alucinante. Supongo que a los países que se deshacen de estos aparatos no les interesa que se sepa qué hacen con ellos, y como son ellos quienes dominan los medios de comunicación (pues los otros no pueden ni producir sus propias noticias...). Bienvenidos al mundo real. Qué desastre. Un abrazo!
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